Esta es mi Historia
Soy Vanesa Recuerda, y mi vida, antes de descubrir la meditación, era un caos absoluto
Vivía atrapada en una vorágine de problemas que parecía no tener fin. Mi familia, aquella que se supone debería haber sido mi refugio, me dejó sintiendo que no era querida. Crecí sintiendo que siempre faltaba algo, que no importaba cuánto me esforzara, nunca era suficiente. Esa sensación de vacío me acompañó durante años, y sin darme cuenta, la llevé conmigo a todas las áreas de mi vida.
Un poco más sobre mi
Mi relación de pareja no era diferente. Estaba con alguien que nunca me valoró ni me amó como necesitaba. Me encontraba en una relación donde el amor era más una palabra vacía que una realidad. La rutina diaria y las responsabilidades me consumían, y poco a poco fui perdiendo de vista quién era realmente. El desgaste emocional se reflejaba en cada aspecto de mi vida, hasta el punto en que no lograba dedicar tiempo ni a mis propios hijos. Dos seres inocentes que merecían todo mi amor y atención, pero a los que, en mi estado de confusión y agotamiento, no podía darles lo que necesitaban.
Fue en medio de esta tormenta personal que algo dentro de mí comenzó a despertar. Sentí la necesidad urgente de cambiar, de encontrar una salida a ese caos que me estaba ahogando. Y fue entonces cuando la meditación entró en mi vida. Al principio, era solo un intento desesperado de encontrar un poco de paz interior, un respiro entre tanto dolor y angustia. Pero con el tiempo, lo que empezó como una búsqueda de alivio se convirtió en mi salvación.
A través de la meditación, comencé a descubrir un espacio dentro de mí que hasta entonces desconocía. Un lugar donde podía escucharme, entenderme y, lo más importante, perdonarme. No fue un proceso fácil ni rápido. Cada día era un nuevo reto, pero poco a poco empecé a notar cambios en mi vida. Mi mente, que antes estaba llena de pensamientos y sentimientos negativos, comenzó a calmarse. Empecé a ser más consciente de mis acciones, de mis palabras, y a tener una mayor claridad sobre lo que realmente quería para mí y para mi familia.
A medida que perfeccionaba mi propio método de meditación, la transformación fue palpable. Mi relación con mis hijos cambió. Pude ser la madre que siempre quise ser, presente y amorosa. La relación con mi pareja también tomó un nuevo rumbo. Entendí que para recibir amor, primero tenía que amarme a mí misma. Y así, poco a poco, fui reconstruyendo mi vida desde los cimientos.
Hoy, sigo evolucionando. La meditación no solo me ha dado paz, sino que me ha permitido conectar con mi verdadero ser y con lo divino. Me ha enseñado que, aunque la vida puede ser caótica, siempre hay un lugar de calma dentro de nosotros al que podemos acudir. Ese es el regalo que la meditación me ha dado, y es el mismo que quiero compartir contigo. Si estás en un lugar oscuro, quiero que sepas que hay luz al final del túnel. Yo la encontré, y tú también puedes hacerlo.